Cuando estamos haciendo fotos en un casamiento, la mayor parte del tiempo lo paso analizando a los personajes de la historia que estoy contando, tratando de buscar miradas cómplices, sonrisas, o cualquier gesto personal. A pesar que siempre intento interiorizarme y ser parte para tratar de contar la historia desde adentro, en la gran mayoría de los casos desconozco el trasfondo y las internas detrás de esos gestos y miradas.
Por razones diferentes, dos veces en mi carrera me pasó que saqué fotos en una boda, y al tiempo volví a mirarlas y las fotos eran totalmente diferentes, ahora entendía situaciones que había capturado en su momento, sin saber de que se trataban ni la relación entre los participantes.
La primera fue la de Daiana y Alejandro, que casi inmediatamente luego del casamiento me adoptaron en su grupo de amigos y hoy casi tres años después veo las fotos como si fuera el casamiento de cualquiera de mis amigos de siempre (y por supuesto fue tema de risas en más de una sobremesa).
La segunda es la boda de Cel y Lucas, que son dos genios que desde el primer momento (en una sesión pre-boda que salimos por la ruta 33 a hacer fotos sin destino acordado), hasta el día de la boda, nos hicieron sentir parte y confiaron en nosotros. Algún día les cuento la historia completa, por ahora les dejo unas fotitos de la boda. :)